Nuestras organizaciones instan a las autoridades de los países de acogida de estas personas migrantes (principalmente Rusia y Kazajstán), así como a los países de origen (Kirguistán, Uzbekistán y Tayikistán), a que cumplan con sus compromisos internacionales y velen por el respeto de los derechos de las trabajadoras y trabajadores migrantes así como los de sus familias. La muerte de 17 trabajadores migrantes en el incendio de una fábrica en Moscú el pasado 27 de agosto de 2016 es un recordatorio urgente de la necesidad de respetar estos compromisos.
Estos dos informes fueron redactados tras una investigación que llevaron a cabo nuestras organizaciones en 2015 y en 2016 junto a grupos de la sociedad civil de Kirguistán, Kazajstán y Rusia. Las conclusiones y las recomendaciones de los informes se basan en más de cuarenta entrevistas con migrantes de Kirguistán, Uzbekistán y Tayikistán.
En Kazajstán (EN) la mayoría de las personas migrantes, procedentes fundamentalmente de Asia Central, carecen de documentos legales y, por tanto, trabajan sin permiso y sin contrato. Esta situación hace que sean más vulnerables, conduce a condiciones laborales y de vida deficientes y limita su acceso a los servicios de salud, a los servicios jurídicos y a la educación para sus hijas e hijos.
El informe denuncia prácticas que contribuyen a la explotación de las trabajadoras y trabajadores, especialmente la confiscación de los pasaportes por parte de los empresarios, que limita la libertad de movimientos de las personas migrantes e impide que puedan dejar su trabajo aunque estén sometidos a condiciones laborales abusivas (reducciones o supresión del salario, etc.) Las trabajadoras y trabajadores también son, a menudo, víctimas de tráfico de personas con fines de trabajo forzado y explotación sexual. Youzma, de nacionalidad uzbeca, cuenta: "Una mujer se me acercó en un mercado en Tashkent. Me prometió un trabajo como camarera en Chimkent con un buen sueldo. […] Me obligaron a prostituirme [en Kazajstán]. Con suerte conseguía dormir cuatro horas al día, casi no me daban comida y me obligaban a "trabajar" sin parar […]."
Nuestras organizaciones llevaron cabo más investigaciones en Kirguistán sobre la discriminación de la que son objeto las mujeres, niñas y niños afectados por la migración, tanto si se marchan como si se quedan en el lugar de origen cuando su pareja o sus padres migraban. Quienes emigraban se veían obligados a vivir hacinados en alojamientos sucios y tenían un acceso limitado a los servicios de salud, entre ellos a los servicios de salud sexual y reproductiva, y a la educación. Las mujeres son especialmente vulnerables a las condiciones laborales abusivas. Muchas de las que proceden de Asia Central son también objeto de ataques racistas y xenófobos que permanecen totalmente impunes, sobre todo en Rusia. "Trabajo de diez de la mañana a diez de la noche. Mi marido viene a buscarme todas las noches porque me da miedo ir a casa sola. Es muy peligroso para las kirguisas. Una vez, en el metro, vi como tres rusos golpeaban a una persona kirguisa mientras le gritaban ’eres musulmana’. Nadie dijo nada" , afirmó tristemente Anora Stretenka de la provincia de Chuy (norte de Kirguistán). El informe también denuncia el fenómeno social de los denominados “patriotas” en Rusia, donde hombres kirguisos atacan a mujeres kirguisas porque piensan que su estilo de vida es demasiado libre, incluso inmoral.
Nuestras organizaciones también documentaron vulneraciones contra las mujeres, niñas y niños que se quedaron en Kirguistán cuando sus personas queridas emigraron. Como las mujeres kirguisas pasan a depender de su familia política, a menudo se ven privadas de recursos o son víctimas de violencia y explotación. El fenómeno migratorio también contribuye al aumento de prácticas que vulneran los derechos de las mujeres. Algunos hombres secuestran a mujeres para casarse antes de marcharse y así tener alguien que cuide de sus padres mientras están lejos. Muchos hombres que ya están casados en Kirguistán se casan una segunda vez en el país en el que trabajan. En caso de divorcio, o de simple repudio si el matrimonio solo se celebró mediante ceremonia religiosa, las leyes dejan a las mujeres en la calle sin dinero. Muchas niñas y niños a los que se envía con parientes, vecinos e incluso a orfanatos, sufren abusos psicológicos, físicos y sexuales y tienen un acceso muy limitado a la educación.
"Pedimos a las autoridades de los países de origen —Kirguistán, Uzbekistán y Tayikistán—, que ofrezcan a las personas migrantes una ayuda adaptada a sus necesidades, especialmente en función de su género, a través de la red consular. Deberían igualmente garantizar los derechos de las personas que se quedan en Kirguistán, cuya vulnerabilidad se exacerba debido al fenómeno migratorio" , declaró Tolekan Ismaylova, vicepresidenta de la FIDH y presidente del movimiento de derechos humanos Bir Duino – Kirguistán, organización miembro de la FIDH en Kirguistán.
Descarga aqui el informe Mujeres, niñas y niños de Kirguistán afectados por la migración(EN)
Descarga aqui el informe Trabajadoras y trabajadores migrantes en Kazajstán: sin estatus, sin derechos (EN)