Queremos transmitir nuestras condolencias a las familias de las personas que perdieron la vida y resultaron heridas en Charlottesville durante el fin de semana. También deseamos manifestar nuestro profundo agradecimiento a todas aquellas que salieron a las calles para protestar contra esta particular expresión de supremacía blanca. Era de esperar que las protestas tuvieran trágicas consecuencias, puesto que Trump apoya y defiende -de palabra, de hecho y mediante sus políticas- el sometimiento de muchas de nuestras más queridas comunidades, ya se trate de personas negras, musulmanas, con discapacidad, indocumentadas, mujeres o LGBTQ.
Afirmamos que la violencia de este fin de semana es responsabilidad directa de Donald Trump. Su retórica y el personal que elige -así como sus discursos y prioridades políticas- ponen de manifiesto, casi a diario, los valores del etnonacionalismo blanco. El pasado mes, el Departamento de Justicia declaró que establecería como prioridad la discriminación contra las personas blancas y el Departamento de Seguridad Interior ha formalizado una preferencia hacia inmigrantes de habla inglesa, sin mencionar las prohibiciones hacia la población musulmana ni del muro de la frontera del sur. Estas medidas, en su conjunto, tratan de volver a establecer un sentido de dominio cultural blanco donde las oportunidades de éxito de las personas negras, como mucho, vienen en segundo lugar. Los supremacistas blancos han asimilado el mensaje de respaldo del Gobierno: han abandonado el anonimato y el oscurantismo histórico de sus manifestaciones públicas de odio y desorden públicos, alentados a salir a plena luz sin capuchas que les cubran los rostros.
Durante los últimos 51 años, el Centro de Derechos Constitucionales se ha situado a la vanguardia de la defensa de la justicia, dando apoyo a movimientos y comunidades víctimas de ataques. Siempre hemos constituido una espina para los supremacistas blancos porque las comunidades con las que trabajamos estrechamente corren un gran riesgo cuando sus discursos se concretan en acciones, políticas y cultura.
Preferimos que el Ku Klux Klan y otros supremacistas blancos pasen a ser contramanifestantes y no a la inversa. En 2015, el CCR habló sobre cómo abordar los delitos perpetrados por los supremacistas blancos. En 2014, yo mismo condené las amenazas del Ku Klux Klan respecto al uso de "fuerza mortífera" en Ferguson. En 1980, el Gran Mago del KKK llamó "mentiroso" al CCR por presentar en el Congreso los horrores causados por el Ku Klux Klan en las comunidades negras. Un año después presentamos la demanda Crumsey contra los Caballeros de la Justicia del Ku Klux Klan, el primer juicio civil en la historia contra un grupo de odio, que se resolvió a favor de las familias de cinco mujeres atacadas por el Ku Klux Klan en Chattanooga. Todo este trabajo tiene que ver con las personas que históricamente han sido víctimas de ataques. Nuestro trabajo se basa en el principio y el valor de la lucha en sí misma, y no en ningún cálculo sobre la posibilidad de éxito.
Muchos de nosotros estamos movilizados y preparados para actuar en estos momentos críticos, cuando hay tanto en juego. Teniendo en cuenta nuestras opciones a la hora de elegir con quién colaboramos en nuestro trabajo, el CCR se posiciona junto a quienes están en una situación de mayor vulnerabilidad y a la vanguardia de la resistencia; aquellos para quienes la lucha no es ideología, sino cuestión de vida o muerte; y aquellos que tienen la solución a los problemas, si solamente el mundo pudiera escucharlos.