En Francia, Louis Joinet fue parte de la creación del sindicato de la magistratura, luego de la Comisión Nacional de Informática y Libertades, una institución que se convirtió en un referente en la escena internacional en materia de protección del pluralismo de los medios de comunicación y de la protección de los datos personales.
La FIDH lo conoce sobre todo desde mediados de los años setenta, cuando llevó a cabo misiones de investigación en su nombre en el Cono Sur de las Américas, Argentina, Uruguay y Chile, donde fue el primero en sacar listas de detenidos desaparecidos de estos países. A continuación, Ccontinuó trabajando luego como acompañante cuando se convirtió en miembro francés de la Subcomisión de Derechos Humanos en 1979, y a lo largo de sus treinta y tres años de trabajo voluntario como experto de las Naciones Unidas.
Fue un discreto movilizador de las Naciones Unidas contra las dictaduras de Chile, Honduras y Argentina, apoyando a las familias de los detenidos desaparecidos, trabajando por la liberación de los presos políticos en Bahréin, la adopción de la primera condena internacional de las represiones de la Plaza de Tiananmen, y la reconstrucción del estado de derecho en Haití.
Como miembro del Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria, fue uno de los primeros expertos internacionales en visitar la tristemente célebre prisión de Evin en Teherán, en la que activistas de derechos humanos y opositores políticos estaban, y lamentablemente aún están hoy encarcelados, pero también las "prisiones" de Port Hedland, Maribyrnong, Perth, Womera y Baxter y Villawood, donde Australia detenía a sus migrantes, en violación del derecho internacional.
Fue el impulsor del desarrollo de normas internacionales de derechos humanos con un impacto decisivo, como los principios internacionales para la protección de los derechos humanos a través de la lucha contra la impunidad, que tomó el nombre de "principios Joinet "y que se han convertido en un texto de referencia en períodos de transiciones políticas, y negociaciones de acuerdos de paz.
Su movilización en las Naciones Unidas logró la adopción de la Convención Internacional para la protección de todas las personas contra las desapariciones forzadas. A lo largo de las tres décadas de su acción internacional, trabajó para llenar el abismal vacío legal en el que se encontraban las personas víctimas de desaparición forzada, mientras que la delincuencia gangrenaba al mundo entero, sin que fuese posible garantizar la prevención o la represión del crimen internacional.
Ninguna de sus visitas de campo tuvo lugar sin solicitar a la FIDH sus contactos y relaciones privilegiadas. Nuestros miembros lo recordarán. Durante estas tres décadas, fue testigo del florecimiento del movimiento universal de defensa de los derechos humanos, con la caída del Muro de Berlín, de las dictaduras en los países latinoamericanos y la consolidación de las democracias a través del mundo.
Su acción ha inspirado a muchos de nosotros, y queremos mantener la misma determinación que transcurrió en su vida. Extrañaremos mucho su compromiso, su inteligencia y su osadía. La FIDH extiende sus condolencias a su familia.
Recordemos sus palabras, del poeta que fue, escritas en memoria de Norma Scopise, una amiga uruguaya desaparecida en el Plan Cóndor.
DÓNDE ESTÁN?¿Era de Córdoba?De Dili de YakartaDe Concepción o BogotáMi nombre es NormaYo era, yo soyNo soy másNo séYa no séSecuestrada, desaparecidaCon total impunidadVíctima de un crimenCasi perfectoDe lesa humanidadNo ser más que la sombraDe un crimen imprescriptibleDesaparecida en los cielosDe un robo de la muerteQue permanece misteriosoVagando por este palacioDe teatros a teatrosDe naciones a nacionesCompañera de esta diásporaDe caras olvidadasInvisible entre ustedesPero presente a su ladoGracias a los vivosPor no olvidarme