En 2012, la UE recibió el prestigioso Premio Nobel de la Paz "por sus más de seis décadas de contribución (…) al progreso de la paz y la reconciliación, la democracia y los derechos humanos en Europa". Ante la actual crisis humanitaria sin precedentes, la UE parece haber olvidado sus obligaciones y ha fallado a las miles de personas migrantes y solicitantes de asilo en aras de sus propios y estrechamente definidos intereses.
En vez de dar ejemplo y construir una política de migración sostenible basada en los derechos humanos, la UE persiste en cerrar sus fronteras a cualquier precio y transferir de manera vergonzosa sus responsabilidades a guardianes como Turquía. La UE continua tratando desesperadamente de proteger sus fronteras con el apoyo de la OTAN y de FRONTEX, agencia cuyo papel, independencia y presupuesto aumentan de manera constante pese a una significativa falta de transparencia y de rendición de cuentas. Al mismo tiempo, la UE intenta cada vez más trasladar la responsabilidad de la gestión de la migración a los países de origen y tránsito, entre ellos, países del norte de África y de África Subsahariana y, más recientemente, Turquía, donde continúan produciéndose graves violaciones de los derechos de las personas migrantes y solicitantes de asilo.
Acuerdo entre la UE y Turquía: el acuerdo de la vergüenza
El acuerdo alcanzado entre la UE y Turquía, plagado de deficiencias éticas y jurídicas, es el último de una serie de retrocesos de la UE en materia de protección de migrantes y solicitantes de asilo. En los últimos años, la FIDH y otras organizaciones de derechos humanos han documentado devoluciones ilegales, a menudo realizadas con un uso excesivo de la fuerza, así como la devolución de personas a sus países de origen y a terceros países con sistemas de asilo inadecuados y un pésimo historial en materia de derechos humanos. En este acuerdo, los líderes europeos decidieron sacrificar la dignidad y los derechos de migrantes y solicitantes de asilo a cambio de beneficios políticos egoístas y cortoplacistas. En pocas palabras, es el acuerdo de la vergüenza. Con las deportaciones que comenzaron el 4 de abril, la Unión Europea ha tocado fondo.
La llamada "solución"·de Europa, que consiste en cerrar sus fronteras a cualquier precio y transferir sus responsabilidades a Turquía, no solo es contraria al derecho internacional, sino que es insostenible y corta de miras. ¿Cómo puede la Unión Europea pretender que los objetivos del acuerdo terminen con el negocio de los traficantes humanos cuando sus programas de reasentamiento exigen primero que una persona siria llegue a Europa ilegalmente para que otra persona que lo hace a través de territorio turco pueda ser reasentada en la Unión Europea? Este trueque no solamente es cruel y éticamente injusto, sino que no ofrece ninguna solución a largo plazo a las personas dispuestas a arriesgar su vida para huir de países devastados por la guerra o de la persecución. Únicamente empujará a migrantes y a solicitantes de asilo hacia rutas aún más peligrosas. En la medida en que luchan por su supervivencia y seguridad, las personas seguirán llegando a Europa y los traficantes se adaptarán.
¿Qué debería hacer la Unión Europea?
Con el fin de evitar futuras pérdidas humanas y de encontrar soluciones a largo plazo a la crisis humanitaria actual, ha llegado el momento de que la UE y sus Estados miembros se muestren a la altura de las circunstancias y construyan una política migratoria integral, coherente y coordinada que tenga como centro los derechos humanos. Además, es fundamental compartir la responsabilidad respecto de los solicitantes de asilo y refugiados de un modo más equitativo entre los Estados miembros de la UE. La Unión también debe abrir canales seguros y regulares para la llegada de migrantes a Europa, lo que incluye, aumentar su capacidad de reasentamiento de forma urgente e incondicional, establecer garantías para la reagrupación familiar y conceder visados humanitarios. Instamos a la UE a que vele por que la cooperación en el ámbito de la migración con los países de origen y de tránsito respete los derechos humanos de las personas migrantes, solicitantes de asilo y refugiadas y que se introduzcan cláusulas al respecto en todo acuerdo en materia de cooperación migratoria. La UE también debe abordar de manera más eficaz las causas profundas de las violaciones de los derechos humanos que provocan la huida de las personas de sus países de origen.
Ya es hora en que la UE y sus Estados miembros se comporten realmente como lo que piensan que son, firmes defensores de la promoción y la protección de los derechos humanos. Para ello deben dar ejemplo, mostrar coherencia entre los aspectos internos y externos de sus políticas de derechos humanos, evitar el doble rasero y no tratar a cada país según su importancia estratégica.
Véase ¿Qué es realmente Grecia? por Dimitris Christopoulos, vicepresidente de la FIDH
Véase ¿Qué es realmente Turquía? por Yusuf Alataş, vicepresidente de la FIDH.
Véase ¿Qué es realmente el mar Egeo? por Dan Van Raemdonck, secretario general de la FIDH.