La situación general de los derechos humanos en Grecia es cuanto menos difícil. Las dificultades económicas y las medidas de austeridad adoptadas en respuesta a la crisis financiera han tenido repercusiones devastadoras sobre los derechos humanos, entre ellos el derecho al trabajo, a la seguridad social y a la atención sanitaria, al tiempo que se han restringido las libertades fundamentales en el país.
La alarmante situación de las personas migrantes y solicitantes de asilo.
Quienes más sufren son, evidentemente, las personas ya se hallan en una situación de mayor vulnerabilidad, en los migrantes y solicitantes de asilo. El espectacular aumento de las llegadas de Turquía durante los últimos meses ha dado lugar a una crisis humanitaria en el país a la que el Gobierno no está dando una respuesta adecuada. Grecia siempre se ha considerado a sí mismo como un país de tránsito y como tal, el Estado consideró que su papel era acoger a migrantes y solicitantes de asilo y mostrarles el camino de salida. El esfuerzo para mejorar el sistema de asilo, en respuesta a las críticas de la UE, se ha revelado insuficiente y el sistema sigue sin funcionar correctamente.
Según ACNUR, más de un millón de personas (la mayoría provenientes de Siria, Afganistán e Iraq) cruzaron el mar Egeo y llegaron hasta Grecia desde comienzos del 2015. Actualmente hay unas 51 000 personas migrantes y refugiadas en el país. Su situación es alarmante, especialmente en lo que se refiere a las más vulnerables, mujeres embarazadas, menores no acompañados y personas discapacitadas. En Idomeni, situado en la frontera de Grecia con la Antigua República Yugoslava de Macedonia, 11 000 personas están abandonadas a su suerte en condiciones lamentables. En la isla de Lesbos, el abarrotado "centro álgido" de Moria se ha convertido en un centro de detención donde hombres, mujeres y niños viven tras las alambradas. No tienen acceso a comida, a atención sanitaria y ni siquiera al tan necesario apoyo psicológica ni a información sobre los trámites de asilo. Con el cierre actual de la frontera con Antigua República Yugoslava de Macedonia la gente ha quedado atrapada. La falta de claridad sobre su futuro, la ansiedad y la desesperanza solo pueden alimentar una frustración, tensión y desesperación crecientes.
El sistema de Dublín: un mecanismo injusto
El sistema de Dublín, que atribuye la responsabilidad de examinar las solicitudes de asilo que se presenten en un Estado miembro de la UE al país donde se produjo la primera entrada, es injusto e ineficaz ya que hace recaer una responsabilidad excesiva en los países que se hallan en primera línea, como Grecia e Italia.
Asimismo, niega a los solicitantes de asilo la posibilidad de presentar su solicitud en otro país de su elección dentro de la Unión Europea. Algunos de ellos tienen familia en Estados miembros y en ellos se integrarían mejor. La Unión Europea debería velar por que su próxima reforma del sistema de Dublín distribuya la responsabilidad de forma más equitativa, para reforzar la protección de las personas solicitantes de asilo y refugiadas y quitar a los países situados en primera línea la carga de acogerlos. Los países de la UE deberían proporcionar a Grecia y al resto de países de primera línea un apoyo significativo, tan necesario en estos momentos, y cumplir con sus promesas de trasladar a estas personas fuera de Grecia lo antes posible. Según la Comisión Europea, hasta ahora solo se han trasladado a 1 145 personas fuera de Grecia e Italia. En septiembre de 2015, los Estados miembros de la UE aceptaron acoger a 160 000 personas de ambos países antes de septiembre 2017.
El acuerdo entre la EU y Turquía: un acuerdo vergonzoso
El acuerdo entre la UE y Turquía, firmado el 18 de marzo, presenta deficiencias morales, políticas y jurídicas. La UE está cediendo al chantaje de Turquía. Hoy, Turquía ha pedido 3 000 millones, pero mañana pedirá más. Este es un planteamiento muy corto de miras. Además, el acuerdo vulnera la esencia misma del derecho internacional y europeo sobre refugiados. Dadas las deficiencias del sistema de asilo griego, está claro que Grecia no puede garantizar la aplicación de todas las salvaguardias necesarias para evaluar y procesar las solicitudes de conformidad con el derecho internacional y europeo antes de devolver a Turquía las personas cuya solicitud de protección internacional se considera infundada o inadmisible. Grecia va a hacer el trabajo sucio de la UE devolviendo a las personas a Turquía basándose en la suposición de que Turquía es un tercer país seguro, a pesar de que todos saben que no lo es. Es escandaloso. Los europeos necesitaron dos guerras mundiales establecer toda una serie de valores fundamentales y una afluencia masiva de refugiados es suficiente para que se deshagan de ellos cincuenta años más tarde. Este vergonzoso acuerdo debe cesar de inmediato. Cuando los historiadores del siglo XXIV vuelvan la vista hacia nosotros, nos compararán con la más oscura Edad Media.
Véase ¿Qué es realmente Turquía? por Yusuf Alataş, vicepresidente de la FIDH.
Véase ¿Qué es realmente la Unión Europea? por Karim Lahidji, presidente de la FIDH.
Véase ¿Qué es realmente el mar Egeo? por Dan Van Raemdonck, secretario general de la FIDH.