Para llegar a Europa, las personas migrantes y solicitantes de asilo pueden seguir varias rutas, una vía desde Turquía hasta Grecia, por tierra o por el mar Egeo, otra a través de Marruecos, para alcanzar los enclaves españoles de Ceuta y Melilla, o bien a través de Libia para llegar a Italia, con la consiguiente peligrosa travesía del mar Mediterráneo. Según las estadísticas de ACNUR [2], desde principios de año 2 856 personas han muerto ahogadas o han desaparecido en el Mediterráneo. Las rutas se modifican a medida que se aplican las medidas represivas adoptadas por los Estados miembros y sus instituciones. Cuando se cierra una ruta, se abre otra. La instalación de alambradas de púas, el refuerzo de la vigilancia en las fronteras o la militarización del mar Egeo sin que se ofrezcan alternativas legales seguras, solo forzará a las personas migrantes, solicitantes de asilo y refugiadas a emprender rutas más peligrosas y provocará el aumento de las vulneraciones de los derechos humanos y de las muertes. Siempre que tengan que luchar por su seguridad y supervivencia, las personas migrantes, solicitantes de asilo y refugiadas seguirán llegando a Europa y los traficantes se adaptarán.
Las políticas de migración y asilo están fracasando. La Unión Europea y sus Estados miembros se han mostrado incapaces de estar a la altura de las circunstancias y de dar ejemplo, a pesar de que los problemas a los que se enfrentan son mucho menos importantes que los que afrontan el Líbano, Jordania o Turquía, países que acogen a la mayoría de los refugiados de Siria. En un contexto marcado por las dificultades económicas, la Unión Europea y sus Estados miembros insisten en cerrar sus fronteras exteriores. En todo el continente somos testigos del aumento de los discursos populistas y de las medidas y mensajes hostiles hacia las personas migrantes, que vulneran su dignidad y sus derechos y los de las personas solicitantes de asilo y refugiadas. La Unión Europea continúa militarizando sus fronteras exteriores y utilizando de manera vergonzosa a terceros países con historiales poco brillantes en materia de derechos humanos, para que asuman sus responsabilidades en materia de migración y actúen como guardianes, canjeando los derechos de las personas migrantes, solicitantes de asilo y refugiadas por lo que consideran una mayor seguridad.
Numerosos Estados miembros de la Unión Europea han adoptado medidas drásticas para rechazar o disuadir a las personas migrantes, solicitantes de asilo o refugiadas: han levantado barreras visibles e invisibles, establecido cuotas, no dudan en devolver a las personas a su país de origen, lo que contraviene el derecho internacional y recurren sistemáticamente a detenciones administrativas, inclusive de menores y a menudo en condiciones degradantes, o a la confiscación de bienes.
En su informe anual de 2013 sobre la gestión de las fronteras exteriores de la Unión Europea y sus repercusiones en los derechos humanos de las personas migrantes, el Relator Especial de las Naciones Unidas sobre los derechos humanos de los migrantes había advertido que un enfoque exclusivamente represivo de la migración solo serviría para acrecentar el miedo, la estigmatización, la discriminación, la xenofobia y "puede incluso promover el ejercicio de la violencia física y verbal contra ellos" [3]. El 13 de junio, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos presentó el mismo análisis ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. La FIDH hace un llamamiento urgente a los líderes europeos para que se desmarquen de los discursos políticos basados en el miedo y respeten sus obligaciones en materia de derechos humanos a través de la lucha contra el racismo, la xenofobia y la violencia que sufren las personas migrantes, solicitantes de asilo y refugiadas.
During the #Euro2016, the tragedy of the #refugees is still ongoing... https://t.co/IxqI10JfLV #WorldRefugeeDay pic.twitter.com/K5VvtY30dO
— FIDH (@fidh_en) 20 juin 2016
Para garantizar la protección de los derechos de las personas migrantes, solicitantes de asilo y refugiadas, la Unión Europea y sus Estados miembros deben tomar las medidas siguientes:
– La Unión Europea y sus Estados miembros deberían elaborar una política coherente y coordinada de migración y políticas de asilo que tengan como prioridad los derechos humanos.
– La Unión Europea y sus Estados miembros deben velar por que la cooperación en el ámbito migratorio con los países de origen y de tránsito de las personas migrantes, solicitantes de asilo y refugiadas respeta los derechos humanos y no contribuye, directa o indirectamente, a la vulneración de estos derechos. Se deberían introducir disposiciones al respecto en todos los acuerdos de cooperación sobre migración. Los acuerdos actualmente vigentes deberían revocarse o suspenderse hasta que el tercer país parte en el mismo pueda ofrecer suficientes garantías sobre su sistema de asilo y sobre cuestiones relativas al respeto de los derechos humanos de las personas migrantes, solicitantes de asilo y refugiadas.
– La Unión Europea y sus Estados miembros deben comprometerse a repartir equitativamente las responsabilidades relacionadas con el reasentamiento de los refugiados. La revisión de los Reglamentos de Dublín brinda la oportunidad a la UE y a sus Estados miembros de examinar las normas relacionadas con esta cuestión.
- La Unión Europea y sus Estados miembros deben abrir vías legales y seguras hacia Europa para las personas migrantes, lo que requiere un aumento urgente e incondicional de su capacidad de reasentamiento, inclusive mediante la garantía del acceso a la reunificación familiar y la concesión de visados por razones humanitarias.
– La Unión Europea y sus Estados miembros deben respetar sus obligaciones internacionales en materia de asilo, lo que incluye la obligación de respetar y hacer cumplir las garantías procesales según la normativa internacional y europea a la hora de examinar las solicitudes de asilo y abandonar la idea de "países seguros", que es incompatible con el respeto al derecho de asilo.
– La Unión Europea debe también abordar de manera más efectiva las causas profundas de las vulneraciones de los derechos humanos que llevan a las personas a huir de sus países.