Drissa Traoré, secretario general de la FIDH: “Atacar los derechos de las personas LGBTQIA+ es atacar los derechos humanos en su universalidad. Debemos movilizarnos en todas partes en su nombre.” 

L’œil du plafond / FIDH

Con motivo del Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia, que se celebra el 17 de mayo, Drissa Traoré, secretario general de la FIDH, ofrece un análisis de la situación de las personas LGBTQIA+ en el mundo y hace un llamado ante la urgente necesidad de un reconocimiento universal de sus derechos.

LGBTQIA+ is an abbreviation signifying people who identify as lesbian, gay, bisexual, transgender or transsexual, queer, intersex or asexual. The + indicates that these categories are not necessarily fixed or exhaustive.

¿Cuál es la situación de las personas LGBTQIA+ en el mundo en 2023?
En general, no se puede hablar de una evolución positiva, desgraciadamente. Se ha producido un retroceso general, con discriminación, estigmatización, incitación al odio y a la violencia. La igualdad de derechos sigue sin estar garantizada: en términos de uniones, acceso a la vivienda, empleo, acceso a la atención sanitaria, pero también acceso al tratamiento del VIH, discriminación y criminalización de las personas que viven con el VIH, aunque también de la homosexualidad en general. Esto es una realidad en muchos países.

“Denunciar es más difícil y se nos escucha menos.”

Además, las asociaciones que defienden los derechos de las personas LGBTQIA+ se encuentran con muchas dificultades para actuar, la primera de ellas para poder registrarse ante las autoridades. Por el momento, las voces que más se oyen son las anti LGBTQIA+, mientras que las personas que las defienden se enfrentan a muchas amenazas que hacen muy difícil que alzar su voz en el espacio público y que se las escuche. Los movimientos antiderechos y antigénero utilizan la retórica del anticolonialismo. Al atacar los derechos de las personas LGBTQIA+, utilizan el pretexto de estar luchando contra una “agenda occidental” y defendiendo los valores tradicionales. Sin embargo, se trata de un argumento falso y muy peligroso. La universalidad de los derechos humanos nos obliga a defender los derechos de todas las personas del mundo. Esta situación está tomando un cariz muy preocupante, cuando el mensaje que queremos transmitir es simplemente el del “derecho a ser uno/a mismo/a”, como nos recordó António Guterres en su discurso del 11 de mayo.

Las propias personas defensoras de los derechos humanos (no nos referimos aquí a las personas activistas LGBTQIA+) no siempre están dispuestas a hacer suya esta cuestión y luchar por ella en algunas partes del mundo, por miedo a las represalias. En Uganda, por ejemplo, tras la nueva ley aprobada por el Parlamento (pendiente de promulgación por el presidente de la República), la penalización podría extenderse también a quienes apoyan a la comunidad LGBTQIA+. A pesar de las dificultades a las que se enfrentan, debemos celebrar la positiva labor de las personas defensoras que con valentía intentan cambiar las mentalidades apoyando a quienes son objeto de discriminación y ataques. Las personas defensoras arriesgan a menudo su propia seguridad y libertad, ya sea en Turquía, Irán o Tailandia, por nombrar únicamente a algunos países.

¿Existe una especificidad de la violencia contra las personas LGBTQIA+?
Más allá de la violencia normativa, existe una violencia social que condena, rechaza e incluso empuja a atacar a las personas LGBTQIA+. Ser una persona LGBTQIA+ a menudo significa no contar con la protección de las fuerzas del orden o que no se le escuche cuando se presenta una denuncia por agresión. En tal caso, la postura de las fuerzas de seguridad fomenta una sensación de impunidad especialmente devastadora que menoscaba no solo la seguridad de las personas, sino también el propio Estado de derecho.

¿Qué se puede hacer para mejorar la situación?
La cuestión más crítica es mejorar la situación de las personas LGBTQIA+ a nivel legal y social sin generar una reacción social violenta.
Para ello, en primer lugar, es necesario movilizar a todas las partes interesadas, no solo a las personas activistas LGBTQIA+: esperamos que las personas defensoras de los derechos en general actúen. Es algo extremamente importante porque contribuirá a lograr la aceptación de los derechos universales LGBTQIA+, un deseo que aún no se ha cumplido.
En segundo lugar, necesitamos un método: no todo puede venir de la ley. Ante los retrocesos observados en el mundo, hay que empezar a trabajar sobre la percepción de la población y las organizaciones, antes de legislar. Aprobar una ley de protección sin una aceptación social previa está condenado al fracaso.

“La cuestión de la universalidad de los derechos, en el centro del debate.”

La cuestión que hay que tener presente es la de la universalidad de los derechos: actualmente, el principio de la existencia de derechos universales únicamente se acepta dependiendo del contexto. Existe un claro consenso en torno a ciertos aspectos, como la libertad, el derecho de acceso a la educación y la igualdad, y se defiende su carácter universal en beneficio de todas las personas, independientemente de la cultura. El problema es que, en algunas sociedades, los derechos de las personas LGBTQIA+ no se consideran parte de los derechos humanos. Se los considera “contra natura”. Existe, por tanto, un verdadero problema en torno a la universalidad de la cuestión LGBTQIA+ y un imperativo de hacer comprender que los derechos humanos son para todas las personas sin excepción.

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