El 21 de enero la Women’s March reunía a millones de personas, tanto en los Estados Unidos como en todas partes del todo el mundo, que se manifestaban contra la llegada al poder de un presidente cuya ideología y comentarios machistas habían marcado la campaña presidencial. Esta movilización histórica –nunca tantas personas juntas se habían manifestado en los Estados Unidos– no pudo impedir la aprobación, dos días después, de un decreto que prohibía la financiación de las ONG que ofrecían servicios de salud, incluyendo el aborto.
En muchos países, a lo largo de este último año, los derechos de las mujeres han sufrido ataques a manos de movimientos populistas, reaccionarios o religiosos. En Rusia, se ha despenalizado la violencia conyugal. En Turquía, el partido islamista actualmente en el poder ha propuesto permitir que los hombres acusados de agresión sexual a menores puedan, no ser enjuiciados si se casan con su víctima. En Irlanda, una mujer de 19 años ha sido condenada a tres meses de cárcel por haber tomado una píldora abortiva, y, en Chile, el aborto sigue estando prohibido, incluso en caso de violación o de riesgo de muerte para la madre o el feto.
En reacción a esta violencia y a las discriminaciones que permanecen, así como a los intentos de retroceso en todos los continentes, en 2016 se han multiplicado las movilizaciones, a menudo adoptando formas inéditas: “Abandonos de puestos” en Islandia; creación de un fondo en los Países Bajos para compensar las pérdidas de financiación para las ONG que ofrecen abortos, tras el decreto estadounidense; ley contra la violencia doméstica, impulsada por organizaciones de la sociedad civil en Pakistán; campañas virales y marcha de protesta en la India para luchar en favor de un lugar para las mujeres indias en el espacio público; fracaso de un proyecto de ley que prohíbe, de facto, el aborto en Polonia... En La Haya, la Corte Penal Internacional (CPI) emitió su primera condena concerniente esencialmente a crímenes por violencia sexual, incluida la violación calificada como crimen de guerra y crimen contra la humanidad por parte de Jean-Pierre Bemba, jefe de guerra que recurría sistemáticamente al uso de violencia sexual por parte de sus tropas en la RDC y en la RCA, Las manifestaciones contra el feminicidio en Argentina, Chile, México, Perú y Uruguay, bajo el eslogan “Ni una menos”, a raíz de la violación y asesinato de una estudiante de 16 años, han sorprendido por su alcance, sin precedentes en esa región.
El video que presenta hoy la FIDH, que agrupa a 184 organizaciones de todo el mundo que actúan en defensa de los derechos de las mujeres, desea rendir homenaje a estas formas de movilización. Realizado de forma gratuita por la Agencia Babel con la animada música de Stood up de John Hiatt, interpretada para la FIDH por Angélique Kidio, las imágenes de activistas de Afganistán, Colombia, Nigeria o de Filipinas demuestran que, ante los ataques y amenazas de las que son objeto los derechos de las mujeres, hoy no es momento para la resignación sino para la movilización. ¡A la ofensiva!