¿Hacia dónde va Túnez? > Souhayr Belhassen – Lemonde.fr - lunes, 17 de enero

18/01/2011
Comunicado
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¿Cuál es la situación sobre el terreno?

Souhayr Belhassen:En lo que se refiere a la seguridad, lo más importante es, tenemos la impresión, también en los hechos, que la población recupera la confianza, puesto que, por lo que he podido ver, en los barrios periféricos del norte, las tiendas están abiertas y hay largas colas frente a los puntos de distribución de leche. Las panaderías, por ejemplo, están abiertas y la gente se está reavituallando.

Es la imagen física. En cuanto a la seguridad, ayer se oían muy altos los tiros, especialmente en Cartago, donde se encuentra el palacio presidencial, el refugio de la guardia presidencial, a la que se denominaba la «guardia negra», que se ha atrincherado en Cartago, en una de las alas del palacio. Allí se han producido numerosos tiros y, por lo que parece, un duro enfrentamiento con el ejército. Los helicópteros del ejército han estado sobrevolando toda la noche, aparentemente para controlar la región en la que se encuentra un arsenal militar.

La guardia presidencial, que parece ser la punta de lanza de la contra-insurrección, sabía dónde se encontraban las armas. En la zona del estadio de La Marsa y también en las regiones, especialmente en Bizerte, donde había un cuartel francés desde antes de 1956, fecha de la independencia. Son las regiones en las que se encuentran las armas y, probablemente, en otras regiones fronterizas, como al sur y al oeste.

Por lo que se refiere a la recuperación de la confianza, puedo decirles que los empresarios estaban hablando de retomar el trabajo hoy y abrir sus empresas, grandes o pequeñas. Ha sido un flujo continuo de SMS.

Esta mañana hemos visto que había una recuperación de la confianza para retomar el trabajo. Lo que resulta, al mismo tiempo, mucho más importante y muy revelador del civismo de los tunecinos. Los comités de vigilancia, que vigilan los barrios, están formados por gente de todas las edades y de todas las categorías sociales. Esta mañana, limpiaban las calles y los tunecinos ofrecían sus medios de transporte para recoger la basura o los restos de los destrozos que se han producido. Se arremangan para borrar un poco las señales de los enfrentamientos de los días anteriores. Esta movilización para que la ciudad recupere su vida normal es lo que resulta más característico esta mañana.

¿Por qué, en su opinión, está el primer ministro todavía en su puesto?

Souhayr Belhassen: Creo que la revolución ha tenido lugar en la calle, está claro, lo hemos visto, fue un formidable movimiento popular. ¿Había que entregarle la dirección del país? ¿Tener a personas sin experiencia en lo más alto del poder? Resulta que esta solución de transición se ha organizado constitucionalmente, hay un presidente designado respetando los términos constitucionales. Habría podido designar un nuevo primer ministro. Ha mantenido al antiguo, marcado por el régimen de Ben Ali, es indudable, pero el nuevo gobierno conoce el terreno. No se trataba de un político, sino de un tecnócrata que nunca ha tenido pretensiones políticas. Por supuesto, el apetito entra al comer y es un pez gordo del partido único en el poder, el RCD, pero la clase política de la oposición ha aceptado el principio de hacer la transición con él, ya que se está formando un gobierno de transición en el que estarán representados todos los partidos políticos de la oposición.

¿No cree que les estén robando la revolución manteniendo la presencia del RCD en el gobierno y la retirada de los ministros del Interior y de Asuntos Exteriores?

Souhayr Belhassen: Opino que es realmente muy difícil –al igual que era difícil tener de nuevo al Ben Ali del 7 de noviembre de 1987 que sucedió a Burguiba diciendo «nunca más», incluso imposible, ya que contamos con la experiencia de 1987– que los tunecinos se vayan a conformar. Es una verdadera revolución. Sencillamente, los tunecinos demuestran que no quieren que el bebé dé los primeros pasos solo, demuestran una gran vigilancia. La Liga Tunecina de Defensa de los Derechos Humanos (LTDH) –con cuyo comité directivo (del que sigo siendo miembro en tanto que vicepresidenta de la LTDH) me pude reunir ayer– ha podido, a través de Moktar Trifi, su presidente, informarnos de la conversación que mantuvo con el primer ministro. Por tanto, lo que expuso el presidente de la Liga es hoy la petición de la sociedad civil. En primer lugar, una de las prioridades es preocuparse por el número de muertos y heridos. Que se realicen investigaciones serias y rápidas de estos hechos. Ha transmitido la angustia y la inquietud de las familias de los desaparecidos: hoy hay personas que no localizamos, que no sabemos dónde están. La liberación de los periodistas o de representantes políticos que todavía no han sido liberados. Y, sobre todo, la proclamación de una amnistía general. Lo que nos parece indispensable son, evidentemente, los detalles de las reformas que se van a poner en marcha, todos los códigos liberticidas. Por último, en lo que respecta a la FIDH, que yo presido, hoy una delegación se reúne con el Alto Comisionado de Derechos Humanos en Ginebra para solicitarle una investigación internacional y el envío de relatores especiales sobre la libertad de expresión, la libertad de los jueces y magistrados, de los defensores y, sobre todo, un relator especial sobre las ejecuciones sumarias. En definitiva, lo que la Liga, con la ayuda de la FIDH, pondrá sin duda en marcha es una instancia que reúna el mayor número posible de sensibilidades de las asociaciones y de la sociedad civil para celebrar un foro de «verdad y justicia».

Personalidades como Ghannuchi, Kallel, Morjane, Mbazaa o incluso Friaa son figuras del antiguo régimen de la dictadura de Ben Ali. ¿Qué garantías hay de que rendirán cuentas más adelante por su colaboración con dicho régimen?

Souhayr Belhassen: Creo que ya he contestado en parte a esta pregunta. En lo que respecta, al menos, a las asociaciones, demandamos garantías: esperamos que no reine la impunidad. Cualquier persona, ya sea Ghannuchi, Kallel o Friaa, debe rendir cuentas por las exacciones cometidas durante el período de Ben Ali. Pero sus responsabilidades no son iguales, y Abdallah Kallel, que fue ministro del Interior en el momento de la represión más terrible, cuando los opositores, especialmente los islamistas, fueron literalmente diezmados, tiene una responsabilidad mucho mayor que la del nuevo ministro del Interior, que es un hombre honesto, que se había ocupado de ministerios técnicos y de la educación superior.

¿Qué partidos pueden formar el nuevo gobierno? ¿Qué sabemos de ellos? ¿Han podido desarrollar un programa estando sistemáticamente reprimidos por el poder?

Souhayr Belhassen: Hasta donde yo sé, el nuevo gobierno está prácticamente formado y se han asignado los ministerios a líderes de partido como el presidente del Partido Demócrata Popular, el secretario general del partido Ettajdid, el antiguo Partido Comunista, y, en el caso del Foro por la Democracia, el Trabajo y la Libertad (FDTL), Mustafá Ben Jaafar. Se habría asignado Sanidad al Dr. Ben Jaafar, se habría creado un nuevo ministerio de Desarrollo Regional y el encargado de la Educación Superior sería el señor Brahim, secretario general de Ettajdid. Las conversaciones continúan para designar al responsable de Justicia. Se mantendría al mismo en Interior. Obviamente, lo que está sucediendo, supongo, es que se continúa negociando con los demás partidos que representan ambos extremos, es decir, los islamistas (el partido Ennhada) y el PCOT (Partido Comunista Obrero Tunecino) de Hamma Hammami. Estas negociaciones probablemente sean más difíciles y complejas.

¿Podría presentarse, a medio plazo, una situación similar a la iraní en Túnez?

Souhayr Belhassen: Soy muy optimista por lo que he visto en Túnez. Y revelo mis simpatías al decirlo. Las manifestaciones que hemos visto en Kairuán, capital musulmana de Túnez, no han mostrado un movimiento islamista demasiado presente. Dicho esto, la sociedad tunecina es musulmana y es cierto que un movimiento islamista, del tipo que sea, evoluciona en ella de forma natural. Lo que me pregunto es si –debido a que Ben Ali llevó a cabo una política del «si eres más islamista que yo, mueres», de «reislamización» de la sociedad– el movimiento islamista es un movimiento durmiente. Habrá que ver si, gracias a la liberalización política, no resultará ser más fuerte de lo que hemos visto durante las manifestaciones.

¿Cree que son indispensables las reformas constitucionales? En ese caso, ¿cuáles?

Souhayr Belhassen: Sí, desde luego. Se ha anunciado la creación de una comisión de reformas. Sé que se han establecido contactos con un jurista de talento, Yadh Ben Achour, para que presida dicha comisión. Su objetivo es proponer la reforma de la Constitución, reformas del código electoral y de los códigos liberticidas; pero, sobre todo, nos parece indispensable que esta comisión de reformas sea una instancia que reúna al mayor número posible de sensibilidades, especialistas y, por supuesto, actores políticos y de la sociedad civil. Debe aclarar la opinión sobre el desmantelamiento del arsenal jurídico que atenta contra las libertades fundamentales y el pluralismo. Evidentemente, debe establecer las etapas y las herramientas de la transición.

¿Cree que existe un riesgo de escalada militar y de que se haga con el poder el Estado Mayor tunecino?

Souhayr Belhassen: Creo que ya hemos dejado atrás esa etapa. Cuantos más días pasan, más atrás parece estar. Y cuando circulamos por Túnez y vemos la disciplina de los militares, que protegen a los civiles contra las exacciones de los policías de Ben Ali, herencia de seguridad temible, que el ex presidente dejó para quizás poder volver al poder, resulta evidente que ese aparato se está desmantelando, entre otros con ayuda de los militares. Nuevamente, sin manifestar un optimismo beato ni angelical, es necesario creer en lo que ha sucedido en estas semanas de locura y que, puesto que el ejército tunecino está formado por tunecinos, es normal que actúe, pero desde el puesto que le corresponde.

¿Sigue habiendo presos de conciencia encarcelados?

Souhayr Belhassen: Creo que todavía sí. Corresponde a las asociaciones y a los partidos políticos hacer una lista muy precisa de todos aquellos que han sido detenidos durante estos últimos años. Hay que liberarlos rápidamente, en virtud de la legislación en vigor. Lo digo porque hemos visto lo que ha ocurrido en las cárceles de Mahdia o Monastir, donde se prendió fuego a una de las prisiones y 44 personas perdieron la vida, y esto demuestra que hay que tratar esta cuestión rápidamente y con mucho rigor.

En su opinión, ¿es necesario disolver el Reagrupamiento Constitucional Democrático (RCD), el partido de Ben Ali?

Souhayr Belhassen: No comprendo esa palabra, «disolver». Para mí, disolver un partido es una forma liberticida de actuar por parte de las autoridades. Pedirle al poder que disuelva un partido es un poco contradictorio. Por el contrario, los locales cogidos de forma impune por el RCD, la implantación en todo el país, etc. creo que es algo que debe hacerse muy rápido, pero que se puede dejar al nuevo gobierno.

¿No se corre el riesgo de que los tunecinos se subleven si constatan que miembros del RCD siguen en puestos importantes?

Souhayr Belhassen: Ya se sublevan ahora, y con toda la razón. Es un problema que hay que gestionar con mucha rapidez. En primer lugar, es necesario que los ministros que se mantengan hagan una transición al máximo, pero deben abandonar el gobierno, aunque son libres de volver como un partido igual a los demás, con los mismos derechos y las mismas obligaciones. Este partido-Estado debe desaparecer totalmente. Ya se ha sufrido bastante con este traumatismo del despotismo, que se ha practicado durante estos 23 últimos años, que debe desaparecer totalmente si queremos que la sociedad tunecina pueda funcionar con normalidad en el terreno político.

¿No teme que se corra el riesgo de que las próximas elecciones estén «manipuladas»?

Souhayr Belhassen: Sinceramente, es una cuestión de vigilancia de los tunecinos. Si se manipulan, es que los tunecinos, ya estén en la oposición o en la sociedad civil, que ahora son actores y que tienen el control de su destino, no habrán estado a la altura de las circunstancias. Tras cincuenta años de independencia, nunca ha habido elecciones libres. Creo sinceramente que los tunecinos se movilizarán y estarán muy vigilantes para continuar con la revolución que han iniciado.

En su opinión, ¿puede producirse un fenómeno de contagio en el mundo árabe?

Souhayr Belhassen: Mi respuesta: «espero que con muchos menos destrozos», es lo mejor que le podría ocurrir al mundo árabe. A escala tunecina, con sus diez millones y medio de habitantes, esta «revolución del jazmín» es algo fundamental entre las cuestiones claves que se están produciendo en la actualidad en el mundo árabe, entre Occidente y los demás.

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