París, 2 de junio de 2025. La Federación Internacional por los Derechos Humanos (FIDH) expresa su preocupación por el resultado de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales polacas, celebrada el domingo, que se saldó con la victoria de Karol Nawrocki, el candidato respaldado por el partido conservador Ley y Justicia (Prawo i Sprawiedliwosc – PiS).
Nawrocki obtuvo el 50,89 % de los votos, derrotando por un escaso margen al alcalde liberal de Varsovia y candidato de la Plataforma Cívica, Rafal Trzaskowski, que obtuvo el 49,11 %. Este resultado se produce tras una tensa campaña electoral con un resultado que se mantuvo incierto hasta el último momento.
Aunque el estado de derecho ocupó un lugar menos destacado en la campaña de este año que en ciclos electorales anteriores, es probable que este resultado tenga consecuencias de gran alcance para el ya frágil proceso de restauración democrática de Polonia. Ambos candidatos centraron sus campañas en cuestiones sociales y económicas, con un escaso debate público sobre las reformas estructurales aún necesarias para reconstruir las instituciones democráticas. En este contexto, puede que no se haya aprovechado la oportunidad para reafirmar el estado de derecho como prioridad electoral central, a pesar de su importancia fundamental para la actual labor de restauración democrática en Polonia.
Estas elecciones se celebran menos de dos años después de la votación parlamentaria de octubre de 2023, que había suscitado esperanzas en Polonia y el resto de Europa de que el país pudiera revertir el grave retroceso democrático experimentado durante ocho años de gobierno ultraconservador y antieuropeo del PiS. El gobierno de coalición liderado por la Plataforma Cívica se comprometió a restablecer la independencia judicial, reconstruir las instituciones democráticas y volver a alinear a Polonia con los valores europeos y las obligaciones internacionales en materia de derechos humanos.
Sin embargo, los avances realizados desde octubre de 2023 han sido lentos y han sufrido múltiples obstáculos, especialmente el uso repetido del veto presidencial por parte del presidente saliente Andrzej Duda, alineado con el PiS, que bloqueó importantes reformas legislativas remitiéndolas al Tribunal Constitucional, políticamente sesgado. Aunque la alineación política del Presidente electo Nawrocki suscita una preocupación legítima, en estos momentos tiene la oportunidad de apartarse del obstructivo legado de su predecesor y demostrar su compromiso con los principios democráticos y el equilibrio institucional.
"Este resultado electoral es un duro recordatorio de que el camino hacia la recuperación democrática no es lineal ni está garantizado", declaró Elena Crespi, directora del Programa para Europa de la FIDH. "Lo que ocurre en Polonia es importante para toda Europa, especialmente ante la tendencia más generalizada de aumento del autoritarismo y de la influencia de la extrema derecha en todo el continente, que amenaza los principios del estado de derecho y los logros en materia de derechos humanos que tanto esfuerzo ha costado conseguir."
La Presidencia polaca tiene un poder significativo que le permite conformar la legislación, supervisar los nombramientos judiciales y dirigir el discurso político. En el contexto actual, esto puede agravar la polarización política, obstaculizar reformas muy necesarias y afianzar aún más la disfunción institucional. También se corre el riesgo de legitimar y dar mayor eco a discursos basados en el nativismo social y económico, la xenofobia y las agendas contrarias a los derechos.
Esto incluye la salud y los derechos sexuales y reproductivos, que corren el riesgo de sufrir nuevas restricciones. Polonia ya tiene una de las legislaciones más restrictivas de Europa sobre el aborto, que se endureció aún más después de una sentencia del Tribunal Constitucional, controlado por el PiS, que eliminó uno de los tres motivos por los que el aborto es legal en octubre de 2020, con el peligro que esto supone para la vida y la salud de las mujeres y las niñas en Polonia. En 2024, cuatro proyectos de ley que pretendían liberalizar el aborto superaron el primer paso parlamentario, lo que indica un posible avance en este sentido. Sin embargo, ninguna de estas propuestas ha visto la luz hasta ahora a consecuencia de los persistentes bloqueos a pesar de la promesa del actual gobierno de restablecer los derechos fundamentales. Teniendo en cuenta la tendencia política de Nawroci, cualquier nuevo intento de reformar la ley para liberalizar el aborto y despenalizar la asistencia al aborto corre el riesgo de enfrentarse a obstáculos imposibles de superar.
La FIDH se solidariza plenamente con la sociedad civil polaca, las personas defensoras de los derechos humanos y todas las partes comprometidas con la defensa de la democracia y el estado de derecho en Polonia. Hacemos un llamamiento al Presidente electo Nawrocki, para que respete las obligaciones constitucionales e internacionales de Polonia, permita avanzar las reformas pendientes desde hace tiempo y rompa con el legado de captura institucional y legislación que socava los derechos fundamentales.
"La Unión Europea y la comunidad internacional en general deben permanecer vigilantes", añadió Elena Crespi. "Deben tener la voluntad de apoyar a quienes defienden el Estado de derecho en Polonia y responder con rapidez y decisión a cualquier intento de revertir los logros democráticos o de cuestionar las normas básicas de la UE e internacionales."