Esta nueva audiencia del Consejo de Estado tendrá lugar el 25 de noviembre a las 14 horas de París (modalidad práctica). Esta parece una maniobra final del ex policía, que ha multiplicado desde 2012 los procedimientos y recursos para tratar de escapar de su pasado y evadir la justicia de su país. De hecho, nuestras organizaciones hacen recordar que se cumplen todas las condiciones para su extradición: parte de los crímenes imputados a Mario Sandoval por Argentina también son punibles según la ley francesa y no prescriben. También hay evidencia que el acusado no está siendo procesado por Argentina por razones de raza, religión, nacionalidad u opinión política. Por lo tanto, el acusado tendrá derecho a un juicio justo en los tribunales argentinos.
Si bien la solicitud de extradición se centra en la situación de Hernán Abriata, un militante de la Juventud Universitaria Peronista, desaparecido en octubre de 1976, se sospecha que durante la dictadura (1976-1983) Mario Sandoval participó en varios cientos de asesinatos, torturas y secuestros. Está llamado a responder por sus presuntos delitos en la investigación dirigida por el juez argentino Sergio Torres sobre los delitos perpetrados en la Escuela Superior de Mecánica de la Armada (ESMA) de Buenos Aires. [1]
El 23 de mayo de 2019, el Tribunal Constitucional desbloqueó la última traba que impedía su extradición, firmada por decreto el 31 de agosto de 2018 por el Primer Ministro francés Édouard Philippe y la Ministra de Justicia Nicole Belloubet. Esta firma siguió a la sentencia del 24 de mayo de 2018 del Tribunal de Casación, que luego confirmó que el delito de desaparición fue "continuo" y, por lo tanto, imprescriptible, la impunidad no se puede otorgar al criminal más hábil para ocultar su crimen ... Ya en mayo de 2014, el Tribunal de Apelaciones de París emitió una primera opinión favorable a su extradición hacia Argentina, lo cual fue confirmado por la Corte de Apelaciones de Versalles en octubre de 2017.
La familia Abriata, especialmente la madre de Hernán, Beatriz, de 93 años, y su esposa, Mónica Dittmar, testigos indefensos de su secuestro, continúan esperando justicia.
“No son acontecimientos del pasado para la familia, el dolor sigue presente, es un “delito continuo”
40 años después del hecho y después de muchos recursos legales, la espera por la verdad es vivida como interminable, pero la familia continua su lucha y expresa igualmente su reconocimiento a la justicia francesa