Estupefactos, atónitos, en shock.
Furiosos.
A todos y todas nos faltan las palabras para calificar el ataque terrorista del día de ayer.
El más abyecto: ¡kalashnikovs contra lápices! ¡Los lápices de la libertad! Armas de combate contra la cultura, la información, el humor.
Charlie encarna aquello por lo que luchamos día a día. La razón de nuestra existencia.
Lo que se produjo ayer fue una especie de terremoto, en pleno París.
Evidentemente pensamos en las víctimas y sus familias con mucha emoción. Especialmente en Tignous, dibujante comprometido, que hace ya algunos años había ayudado a la FIDH.
También pensamos en el tsunami de odio, de intolerancia, de invectivas, que mañana, en los próximos meses, podrán provocar estos asesinatos.
Felizmente, las reacciones de apoyo son mundiales y se hacen sentir con fuerza. Las manifestaciones, así como la que tuvo lugar en la Plaza de la República, en París, fueron profundamente conmovedoras y sinceras.
Haremos todo lo posible para promover en forma duradera esta unión en defensa de los valores universales, codo a codo: es la única manera de garantizar la indispensable diversidad de opiniones, la libertad de expresión, nuestro oxígeno universal.