“Si me dijesen que no me queda más que un día de vida, lo dedicaría a luchar por los derechos humanos”

Retrato de Mutabar Tadjibaeva, defensora de derechos humanos en Uzbekistán

“Si me dijesen que no me queda más que un día de vida, lo dedicaría a luchar por los derechos humanos,” nos dice Mutabar Tadjibaeva, presidenta de la organización "Club de los Corazones Ardientes".

Esta periodista y militante uzbeka de 52 años llegó a Francia como refugiada política en 2009. En su país natal, dirigido desde hace un cuarto de siglo por el dictador Islam Karimov, ya no es bienvenida. En Uzbekistán, Mutabar investigaba sobre el tráfico de drogas, la corrupción y las violaciones de los derechos humanos. Ha sufrido amenazas, prisión y tortura y ha sido violada: su combate contra el régimen le ha costado caro.

En 2002, mientras esta militante luchaba para poner en conocimiento público el caso de Ali Muhamad Mamadaliev, torturado y asesinado por la policía, ella misma fue encarcelada durante algunos dias. En abril de 2015 fue secuestrada por agentes de los servicios secretos quienes la hicieron sufrir las peores atrocidades. Ellos no fueron indagados por la justicia. Mutabar no abdicó y continuó su actividad de militante y periodista hasta ser encarcelada tres años más tarde. El 7 de octubre de 2005, mientras se disponía a tomar un avión hacia Dublín para participar en una conferencia internacional sobre derechos humanos, la policía la detuvo y, al cabo de un año, la condenó a ocho años de prisión, donde fue torturada. Acusada de haber realizado actividades ilegales contra el Estado durante las manifestaciones en las que murieron cientos de personas en 2005 en la ciudad industrial de Andidjan, Mutabar tiene muy claro que su detención fue puramente política. Se convirtió en una de las numerosas víctimas de la represión iniciada por las autoridades después de estos acontecimientos.

“Sé muy bien lo que es la cárcel y la tortura en Uzbekistán y este es el motivo por el que decidí dedicar mi vida luchar contra las violaciones de los derechos humanos. Cuando estaba en la cárcel, soñaba que un día sería libre. Les decía a los guardias de la prisión que saldría y escribiría un libro sobre lo que había vivido” , recuerda. El 18 de mayo de 2008, cuando aún estaba en la cárcel, la fundación le otorgó el premio Martin Ennals por su defensa de los derechos humanos. Fue liberada a los pocos meses y el 10 de diciembre del mismo año, Mutabar Tadjibaeva vino a París para recibir el premio “Liberté, Égalité, Fraternité” otorgado al “Club de los Corazones Ardientes” por la República Francesa. En 2011 esta organización, prohibida en Uzbekistán desde hace casi diez años, se exilió a Francia, y celebra este año su 15 aniversario. A diario decenas de personas recurren a ella para pedir apoyo: consigue abogados y financiación, prepara tanto informes como denuncias individuales que presenta ante la ONU. A pesar de los pocos medios de los que dispone y de una salud debilitada por la tortura, Mutabar busca ayudar a quienes se encuentran en la misma situación que ella hace diez años. Su voluntad es que los defensores de los derechos humanos se interesen más por la situación de Uzbekistán. Mutabar Tadjibaeva contó con el apoyo de la FIDH, y su organización es miembro de la FIDH. “Gracias al apoyo de la FIDH pude cumplir mi promesa de escribir un libro: La prisionera de la isla de la tortura. Trabajé con una periodista uzbeka a quien le iba contando mi historia y gracias a estas grabaciones pude trabajar sobre mi relato, ya que de otro modo resultaba demasiado duro psicológicamente,” recuerda Mutabar. En este libro, publicado en uzbeko, ruso, francés e inglés, comparte sus recuerdos de la cárcel y denuncia la crueldad del régimen.

Para Mutabar el verdadero reto no es lograr que Karimov deje el cargo, sino que se produzca un cambio de régimen. “La marcha de Karimov puede dar lugar a una guerra de clanes. Es un país corrupto, no se respeta ninguna ley. El hecho de que se asesine a las personas en la cárcel y de que se les torture no es solamente culpa del dictador Karimov, es también culpa de los políticos que apoyan a este régimen. Quiero que Uzbekistán se convierta en un país democrático y que los disidentes como yo podamos volver a vivir en él,” insiste. Pero en opinión de Mutabar, el momento de regresar a su país está todavía lejos.

El 29 de marzo Islam Karimov se presentará por cuarta vez a las elecciones presidenciales, violando así el artículo 90 de la Constitución, que no autoriza más de dos mandatos. Mutabar Tadjibaeva y sus amigos han iniciado una comisión electoral virtual para organizar la votación en Internet. Esta plataforma alternativa rehusó inscribir la candidatura del actual presidente.

“Cuando decidí venir a Francia como refugiada política, temía no poder hacer nada por mi país a distancia. Ahora veo que estando motivada y contando con apoyos todo es posible,” concluye.

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