E.E.U.U.: Tribunal Supremo niega a las mujeres el derecho fundamental a controlar su propio cuerpo

John Lamparski / NurPhoto via AFP

Violencia y control del cuerpo de las mujeres: una jurisprudencia autoritaria

Nueva York, París. 27 de junio de 2022 – Aunque son inevitables, algunos hechos siguen causando conmoción. El Centro para los Derechos Constitucionales (CCR) y la Federación Internacional de Derechos Humanos (FIDH) manifiestan su indignación por la retrógrada decisión del Tribunal Supremo de Estados Unidos en el caso Dobbs contra Whole Women’s Health. Este rechazo frontal de los principios universalmente aceptados de autonomía corporal, autodeterminación e igualdad muestra un desprecio absoluto por las aspiraciones de millones de personas a las que se les niega de este modo el pleno acceso a la atención integral de salud reproductiva y, en particular, al aborto. Esta sentencia hace temer una deriva autoritaria.

Nuestras organizaciones temen las consecuencias de la aplicación de esta sentencia para quienes ya tienen un acceso limitado a la anticoncepción, en particular las personas más pobres, negras o transgénero, en un momento en el que las asambleas de los estados más conservadores ya tratan de controlar y degradar sus condiciones de vida. Este temor se extiende igualmente a los principios constitucionales de igualdad y dignidad humana en sentido amplio, frontalmente amenazados por esta cruel regresión. En resumen, mientras vivimos el duelo por lo que se acaba de perder, tememos lo que está por venir.

El CCR –organización miembro de la FIDH– ha estado en la vanguardia de las luchas de los movimientos feministas antes de la legalización del aborto. A principios de la década de 1970, estuvo en primera línea para protestar contra la prohibición del aborto. En aquel momento, las leyes sobre el aborto estaban motivadas por una visión paternalista y arcaica del embarazo y la maternidad. Estos movimientos documentaron y demostraron el modo en que la sociedad patriarcal ha contribuido a la represión y el control de las mujeres, en particular de las mujeres pobres y racializadas, al tiempo que afirmaban con firmeza que el derecho al aborto es un derecho fundamental basado en la igualdad.

En el caso Harris contra McRae, el CCR impugnó sin éxito ante el Tribunal Supremo las restricciones punitivas, paternalistas y de motivación religiosa impuestas por la terrible Enmienda Hyde sobre el uso de Medicaid para los servicios de aborto médico. Más recientemente, el CCR ha apoyado la ampliación del acceso a la atención de salud reproductiva, al tiempo que ha visto cómo se ha ido limitando cada vez más el derecho al aborto.

La decisión del Tribunal en el caso Roe (7 votos frente a 2), aunque se cuestionó relativamente poco inmediatamente después de su adopción, dio alas a un movimiento político teocrático y fundamentalista. Este movimiento utilizó la decisión como pretexto para lanzar ataques reaccionarios contra la justicia racial y penal, la libertad y la igualdad de las mujeres, la represión de la liberación de las personas homosexuales y la libertad sexual en general. Este movimiento ha creado una filosofía judicial reaccionaria denominada "originalismo", que es el pensamiento que se adivina en la opinión mayoritaria de Samuel Alito sobre el caso Dobbs. Seis jueces del Tribunal Supremo son partidarios de esta idea de extrema derecha, que, sin embargo, es minoritaria en el país.

Nuestras organizaciones nunca han creído que los tribunales fueran a proporcionar una protección duradera. Sin embargo, la amenaza a la libertad, la igualdad y la idea de progreso social que imponen los miembros más conservadores del Tribunal resulta muy inquietante y está profundamente arraigada en la política estadounidense. Ideológicamente se comprometen con una jurisprudencia autoritaria de violencia y control en una lógica de derecho exclusivo heredado del siglo XVIII, puritano, blanco, masculino y terrateniente.
Esta lógica concibe la posesión y el uso desenfrenado de armas cada vez más letales como una libertad constitucionalmente protegida. Fomenta y considera que la privación masiva de derechos a las personas negras y otras personas votantes racializadas está a la orden del día. Glorifica una vergonzosa historia de servilismo y exclusión y legitima con orgullo el grotesco deseo de las asambleas de los estados de controlar la sexualidad, la personalidad y la libertad de las mujeres y de las personas transgénero.

Estas seis personas son las ideólogas, el brazo armado de un movimiento fascista en plena expansión que promueve la suspensión de los derechos constitucionales y humanos de los miembros más vulnerables de nuestras sociedades. La sentencia del Tribunal ha sembrado la duda en la opinión de Dobbs, que se cuestiona explícitamente. Estas semillas amenazan el concepto fundamental de la libertad, en particular de la libertad sexual, del matrimonio entre personas del mismo sexo y del derecho a la anticoncepción. Su visión fatídicamente reinventada del papel del Estado en relación con el individuo presagia un peligroso retroceso de las protecciones fundamentales para las personas acusadas. Al mismo tiempo que el Tribunal desmantela la separación entre la Iglesia y el Estado, se cuestiona la asistencia de la defensa letrada, la exclusión de las pruebas ilegales y el derecho a guardar silencio.

El CCR y la FIDH se preparan para que próximamente se penalice a quienes trabajan para proteger la autodeterminación, la autonomía corporal y la dignidad de cualquier persona que pueda quedar embarazada.
Prevén que las asambleas estatales reaccionen rápidamente y restrinjan aún más el derecho a la salud reproductiva. Sin embargo, al igual que Estados Unidos no está solo en su deseo de controlar el cuerpo de las mujeres, tampoco lo están los movimientos de resistencia, ni lo estarán nunca.

El CCR y la FIDH se inspiran en los movimientos feministas de todo el mundo que han conseguido el reconocimiento del derecho al aborto a pesar de los regímenes autoritarios, conservadores y ultrarreligiosos. Confían en la valentía y resistencia de las personas defensoras de los derechos humanos en el sur de Estados Unidos, que llevan mucho tiempo ofreciendo servicios de atención reproductiva esencial a pesar de los esfuerzos solapados de quienes pretenden privar de este acceso a las comunidades negras y pobres. Por mucho que el gobierno y los tribunales nieguen la existencia de los derechos, solo la voluntad del pueblo tiene legitimidad para establecerlos.

El pueblo resiste. Nos llena de orgullo estar junto a quienes resisten.

A lo largo de esta lucha, el CCR y la FIDH se basarán en nuestra historia compartida y viva de protección de activistas que han sufrido criminalización y marginación. Nos levantaremos contra las prácticas estatales abusivas. Junto con nuestros socios, en un movimiento mundial, apoyaremos el poder de las comunidades y nos inspiraremos en nuestras diversas estrategias de resistencia, para continuar desmantelando la vasta arquitectura de la supremacía blanca y la opresión de género. Canalizaremos nuestra energía y creatividad conjuntas para construir el mundo que todas las personas merecemos.

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