Entrevista con Karim Lahidji en el 36º aniversario del régimen islámico de Irán

11/02/2015
Comunicado
en es fa

El 11 de febrero, el aniversario de la llegada al poder en Irán del ayatolá Jomeini, marca para muchas personas el fin de la represión de quienes se pronunciaron en contra del régimen del sah. Hoy en día, ¿cómo es la vida de quienes no están de acuerdo con el actual régimen islámico? Las personas que discrepan con el régimen o denuncian la situación en materia de derechos humanos, ¿pueden hablar libremente en Irán?

Dr. Karim Lahidji: El movimiento antidictatorial que comenzó en la primavera de 1977 tenía un solo lema, "Libertades", y apoyaba de forma unánime una demanda importante: la libertad para los miles de presos políticos que había en Irán. En aquel momento la sociedad civil iraní (incluyendo la primera Liga Iraní de Derechos Humanos, la asociación de juristas iranís y la asociación de escritores iranís), así como los partidos políticos de la oposición, se unieron para reclamar unas elecciones libres, la erradicación de políticas represivas (como el Savak), [1]), el respeto por la libertad de expresión y de los medios de comunicación y la creación de un sistema político multipartidista, en lugar del sistema de partido único instaurado por el sah. Todas estas peticiones ya se habían consagrado en la Constitución iraní de 1906 y en los instrumentos internacionales de derechos humanos que el parlamento iraní había ratificado recientemente, en particular el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales. Por desgracia, durante todo un año el sah no solo ignoró estas peticiones, sino que optó por reprimir las voces disidentes y obligó a Iraq a que desterrase al ayatolá Jomeini, que había estado viviendo allí en el exilio durante los trece años anteriores. Al llegar a Francia en 1978, Jomeini radicalizó el movimiento de oposición, exigiendo la expulsión del sah y la instauración de un régimen islámico, que según su opinión no era incompatible con los derechos y libertades fundamentales que el pueblo iraní reclamaba.

Lamentablemente, la realidad de la vida bajo el régimen islámico ha sido todo lo contrario de esas libertades que el pueblo iraní había reclamado. El sentimiento de victoria y libertad que sintió el pueblo de Irán tras la caída del sah duró poco y rápidamente se vio ensombrecido por el asesinato extrajudicial de algunos dirigentes del régimen anterior, el cierre sucesivo de medios de comunicación independientes, la adopción de una constitución antidemocrática y oligárquica y la vuelta a la cárcel de la mayoría de los presos del sah, que fueron condenados a muerte o directamente ejecutados.

En esa época, los grupos de la sociedad civil también se convirtieron en blanco de la represión: trabajos forzosos, órdenes de arresto, detenciones y duras sentencias contra sus líderes. Esta triste realidad se ha mantenido durante las últimas tres décadas, a excepción de un breve período de tiempo en el que un Gobierno reformista tomó el poder y permitió la creación en 2001, por parte de cinco abogados −entre ellos Shirin Ebadi, que posteriormente recibiría el Premio Nobel− del Centro de Defensores de los Derechos Humanos. Con el tiempo, esta organización también fue cerrada a la fuerza y sus miembros fundadores fueron sometidos a juicio y condenados: Abdul Fatah Soltani y Mohamed Seifzadeh siguen encarcelados, Shirin Ebadi está en el exilio, Narges Mohamadi se enfrenta a nuevas acusaciones, y Nasrin Sotudeh fue liberada recientemente después de pasar tres años en la cárcel, pero se ha suspendido su licencia para ejercer como abogada.

Para continuar con el tema de la libertad de expresión: ¿Cuál fue la reacción de Irán tras el reciente ataque contra la revista Charlie Hebdo en Francia y las protestas globales que se sucedieron en favor de la libertad de expresión? Si quienes cuestionan el régimen en Irán se enfrentan a una dura represión, ¿qué hay de aquellos que cuestionan abiertamente la religión bajo el gobierno del régimen islámico?

K.L.: Inmediatamente después del ataque contra Charlie Hebdo, el actual Gobierno iraní condenó formalmente la masacre. Sin embargo, cuando Charlie Hebdo publicó posteriormente otro dibujo del profeta Mahoma, las autoridades iranís autorizaron enérgicas protestas contra la publicación.

En lo que respecta a la religión, en Irán no se respeta la libertad de expresión, y la blasfemia contra el Islam es un delito que conlleva la pena de muerte. Cualquier tipo de crítica o de cuestionamiento de una persona "sagrada", como el Profeta o los imanes, se considera herejía y se castiga con la muerte. Es más, el concepto de lo que es "sagrado" se interpreta de una manera tan amplia y arbitraria que incluso una pequeña crítica al régimen puede considerarse como difamatoria y ofensiva y es severamente castigada.

En Irán tampoco se garantiza la libertad de religión y de creencias. Un iraní nacido musulmán no puede convertirse a otra religión, por temor a ser ejecutado. Las minorías religiosas que se reconocen en la Constitución iraní son libres de practicar sus ceremonias religiosas, pero se les prohíbe hacer proselitismo. Sin embargo, la minoría religiosa mayoritaria de Irán, el bahaismo, ni siquiera está reconocido en la Constitución y se discrimina y persigue a sus miembros. Muchos líderes bahaís han estado en prisión durante años, simplemente por practicar su religión.

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